Según el mismo historiador, Herodoto, Ciro se enamoró de ella y le ofreció matrimonio pero su oferta fue rechazada, lo que llevó al ofendido rey a dirigir hacia ese territorio su maquinaria bélica en una campaña de conquista.
La reina envió a Ciro una carta en la que instaba al rey a abandonar semejante empresa aduciendo que los masageta eran un pueblo sin recursos que codiciar, pero Ciro, orgulloso ya no reparaba en consejos, sólo quería satisfacer su ego de conquistador.
Ciro se valió de un ardid: conocedor que las huestes enemigas no estaban acostumbradas a beber vino, abandonó su campamento con gran cantidad de bebida que sus adversarios aprovecharon para saciar su sed y ya borrachos fueron presa fácil de las tropas de Ciro. Los masagetas y su jefe Espargapises, hijo de Tomiris, fueron hechos prisioneros.
La madre (Tomiris) envió una carta a Ciro con las palabras: “Te juro por el sol, que por sediento de sangre que te halles, yo bañaré tu cabeza en un barril hasta que te sacies de ella”
Lamentablemente para la reina, su hijo abrumado por el desastre optó por suicidarse. Arrebatada por el odio, Tomiris convocó a sus guerreros y se lanzó contra los persas, aplastándolos; el ataque fue tan fulminante y brutal que el mismo Ciro murió luchando y su cadáver fue decapitado, llevándose su cabeza ante la resentida reina. Entonces ésta mandó llenar de sangre humana un odre y sumergió en ella la cabeza del monarca.
La terquedad y afán de gloria terrenal nunca te conducirán a un gran destino. En cambio la nobleza y el gesto de misericordia sí te harán una persona de gran nobleza.
Reflexión recopilada por el profesor Dante Espinoza Carhuatanta
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